domingo, 19 de diciembre de 2010

Un mundo por explorar


No sé cómo deben empezarse los diarios; me refiero a la primera frase, el primer párrafo, la declaración de intenciones. No sé a quién me dirijo, ni siquiera sé si alguien leerá estas líneas algún día, quizás se las acabe tragando el mar. Hay muchos chismes en el fondo del mar, no solo desperdicios, hay pequeños tesoros extraviados, secretos para nadie.

El mar es todo mi mundo, hasta ahora lo ha sido, pero todo está a punto de cambiar. Os seré sincera: tengo miedo. Mañana dejaré definitivamente el mar y me instalaré en tierra seca, en el palacio de mi amiga Cenicienta. Empiezo este diario para dejar constancia de mis impresiones y para combatir mis temores. Mi padre es el rey de los océanos, aquí siempre he sido la princesa, querida y cuidada por todos, desde el gran tiburón blanco hasta el más humilde caballito de mar. Pero ya es hora de abandonar las profundidades para aprender más de la vida; fuera existe un mundo distinto e inmenso por descubrir. Ya tengo la mochila preparada.

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